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El sueño de un país inteligente

El sueño de un país inteligente

Una ciudad inteligente implica inversión social, que las comunicaciones e infraestructuras convivan armónicamente en pos de un crecimiento económico y social sostenible, impulsado por el desarrollo de nuevas tecnologías. Todo en busca de una mejor calidad de vida para los habitantes.

Varias ciudades del mundo han puesto en marcha sus proyectos para transformarse en Smart Cities, integrando activamente a las empresas privadas y a los ciudadanos en su implementación. En 2016, ejemplos a seguir son Santander, Nueva York y Barcelona, donde justamente la colaboración entre públicos y privados es primordial para alcanzar resultados positivos.

En busca del Smart Country

Al ir más allá, ya existe un país donde todo gira alrededor de la tecnología, y ese es Singapur. Hospitales robotizados, niños con conocimientos de programación, taxis sin conductor y hasta granjas verticales son parte del proyecto Smart Nation, que está en marcha desde 2014, y con el que buscan convertirse en el primer país inteligente a nivel mundial.

Una de las ventajas del Tigre Asiático es la forma en que se organizan, partiendo por el Gobierno, con un departamento dedicado exclusivamente al desarrollo de esta iniciativa, el Infocomm Development Authority (IDA). De acuerdo a su vicepresidente ejecutivo, Steve Leonard, “queremos que las compañías piensen en nosotros como un banco de pruebas”, destaca, agregando que la idea es combinar la tecnología incubada en el sector privado con esfuerzos del Gobierno, para asegurar la firmeza del proyecto.

Avances en Chile

Para profundizar en este proceso a nivel nacional, el reto de las ciudades inteligentes es tener procesos de concientización ciudadana. De acuerdo a un reciente estudio de GfK Adimark, dos de cada tres chilenos aún no saben lo que es una Smart City.

Hoy, existen instancias que se encargan de desarrollar soluciones bajo esta tendencia (como la Unidad de Ciudad Inteligente del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones) y que están, junto a la industria, muy involucradas en la implementación de tecnología de forma transversal en las ciudades.

Las tecnologías que conforman una ciudad inteligente existen, pero las iniciativas deben ser más ambiciosas e inclusivas a nivel de vinculación entre ellas. El Gobierno y las empresas deben educar a la población, de manera que sean ellos quienes entiendan, utilicen y exijan este tipo de avances.

Las Smart Cities abren un abanico de oportunidades, desafiando la creatividad para ir en busca de soluciones innovadoras que den respuestas a problemas y necesidades reales. Además, existen hitos que impulsan un desarrollo personalizado, como en Tokio, donde los próximos Juegos Olímpicos inspiraron al país a demostrar su aura tecnológica a través de avances, como robots en los staffs, taxis sin piloto y collares traductores.

El futuro augura una sociedad inteligente, y son las iniciativas de empresas, Gobiernos y la convicción ciudadana las que pueden ayudar a conformarla.

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